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Al momento, NO hay evidencias que demuestren que los síntomas de la variante delta del virus SARS-CoV-2 sean diferentes a los de la variante original ni tampoco que el virus se aloje en un lugar diferente del organismo.

Durante un programa de televisión un profesional de la salud afirmó, entre otras cosas, que toda vacuna, para ser éticamente aprobable, tiene que tener entre el 90 y el 95% de efectividad. Se especificó que para el caso de las vacunas contra COVID-19 la cantidad de pacientes de los ensayos realizados y el tiempo de desarrollo no era suficiente para que tuvieran esa efectividad. 

  

¿Por qué es falso?

La eficacia de una vacuna define qué nivel de protección ofrece esta vacuna a la población contra el desarrollo de una determinada enfermedad en caso de infectarse. Una eficacia del 90% en un ensayo clínico determina que de 100 personas vacunadas, 90 resultaron protegidas (no enfermaron). Cada vacuna, además, puede tener una eficacia para proteger de la enfermedad sintomática y otra para proteger de la enfermedad grave y/o muerte. La eficacia de cada una de las vacunas se calcula, en primer lugar, en la Fase III de los ensayos clínicos. En estos ensayos, se vacuna a una mitad de los participantes del estudio, mientras que a la otra mitad se le da un placebo. Luego,  se analiza cuántas personas enfermaron comparando ambos grupos. Esta eficacia depende de las condiciones en las que se realiza el ensayo, con lo cual, el valor original puede sufrir variaciones a medida que se la va aplicando a mayor cantidad de personas y a poblaciones con distintas características y con distintas variantes del virus en circulación. 

La mayoría de las vacunas que se han utilizado a lo largo de la historia y que han permitido erradicar distintas enfermedades no tenían una eficacia del 90%. Muchas de las que se utilizan hoy en día tampoco la tienen y, sin embargo, protegen de las enfermedades para las cuales se diseñaron. Por ejemplo, la vacuna de la gripe o influenza que se aplica antes del pico de la enfermedad cada año,año tiene una efectividad de entre el 40 y el 60% en reducir el riesgo de contraer la enfermedad severa. La vacuna BCG contra la tuberculosis, reduce el riesgo de contraer la enfermedad en un 50% y de reducir la muerte por tuberculosis en un 71%. La vacuna de la varicela es eficaz en prevenir la enfermedad en más del 80% en niños sanos.

 
En el contexto de la pandemia de COVID-19, la OMS expresó que el criterio mínimo para aceptar una vacuna contra esta enfermedad debía ser que su eficacia sea al menos del 50%, e idealmente 70% para evitar la enfermedad severa y/o su transmisión. 
 
De las vacunas que están autorizadas y se están aplicando hoy en día para COVID-19, tres de ellas tienen eficacias para proteger de la enfermedad sintomática mayores al 90% (Pfizer/BioNTech 95%, Moderna 94,5% y Sputnik V 91,6%); una tiene eficacia entre el 80 y 90% (Novavax 89%); tres entre 70 y 80% (Oxford 70%, Sinopharm 79% y J&J 72%) y una vacuna con efectividad del 50% (Sinovac). Todas tienen, además, eficacias muy altas (muchas del 100%) para proteger de la enfermedad grave y de la hospitalización.
 
El hecho de que una vacuna no alcance una efectividad cercana al 100% no quiere decir que no proteja, sino que aún son necesarias las medidas de prevención sanitaria a las que estamos acostumbrados. Por otra parte, de NINGUNA vacuna sabemos fehacientemente si tienen la capacidad de evitar la transmisión del virus. Por esto es que debemos continuar cuidándonos aún estando vacunados para no poner en riesgo al resto de las personas aún no vacunadas.
 
La cantidad de personas que participaron de los ensayos de estas vacunas es la misma que se utiliza para el desarrollo de todas las vacunas. Los resultados preliminares de la Fase III se obtuvieron rápidamente porque, al estar en una situación de alta circulación viral, las chances de contagiarse son muy altas en todo el mundo. De esta manera, se acorta considerablemente el tiempo necesario para registrar una determinada cantidad de contagios mínima y comparar la frecuencia de contagios entre ambos grupos vacunado y placebo. Más allá del porcentaje de eficacia, la vacunación es un acto colectivo, sólo con un elevado porcentaje de población vacunada podremos ver los efectos beneficiosos de la misma, como está sucediendo en países como Israel, Serbia, Emiratos Árabes e Inglaterra, entre otros.

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