Puede ocurrir que una persona vacunada dé negativo en un test serológico. Esto puede deberse al tipo de test realizado, al momento de realización del test y a las cantidades de anticuerpos generadas por la persona. Esto no implica necesariamente que esté desprotegida ante una infección.
Las pruebas serológicas detectan un tipo de defensa (anticuerpos generados) ya sea luego de la infección o luego de la vacuna. Es importante comprender que estas defensas no son las únicas que se generan, sino que también existen otros tipos (como la defensa celular).
Cuando uno se enfrenta a la infección con el virus puede generar anticuerpos contra distintas partes del mismo. Estos anticuerpos nos van a proteger cuando nos volvamos a enfrentar al mismo virus. Van a unirse a este, impidiendo que infecte a las células de nuestro organismo. Las vacunas también generan estos anticuerpos, pero con el beneficio de que no necesitamos pasar por la infección o enfermedad para generarlos. Dependiendo del tipo de vacuna podemos tener anticuerpos contra distintas porciones del virus.
Sin embargo, puede ocurrir que una persona vacunada obtenga un resultado negativo de un ensayo serológico incluso cuando la vacuna generó inmunidad contra COVID-19. Esto puede deberse a distintos factores: al tipo de test realizado, al momento de realización del test y a las cantidades de anticuerpos generadas por la persona.
La infección natural genera anticuerpos contra distintas partes del virus, como la porción de la corona (S) o la de la nucleocápside del virus (N), entre otras. Las vacunas van a generar distintos tipos de estos anticuerpos dependiendo del tipo de vacuna. Las vacunas basadas en vectores virales como las de Astrazeneca-Oxford, Johnson & Johnson, Sputnik, o Cansino, solamente tienen la porción S entonces las defensas que se generan son únicamente contra esa porción. Lo mismo ocurre con las vacunas basadas en ARNm, como la de Pfizer o la de Moderna. En las vacunas basadas en virus inactivados (completos pero «muertos») como las de Sinopharm y Sinovac está el virus entero, por lo que se generan defensas contra la porción S y la porción N como ocurre en la infección.
Los diferentes test serológicos también detectan estos distintos tipos de defensas. Hay pruebas que detectan anticuerpos que reconocen la porción N y la S, otras que detectan solamente los que se unen a S y otras que detectan solamente los que reconocen a N. Por lo tanto, debe escogerse la prueba adecuada al tipo de vacuna recibida. Por ejemplo, si se usa una prueba de anticuerpos diseñada para detectar anticuerpos contra N, las personas que han recibido alguna vacuna contra COVID-19 basada en ARNm o en vectores virales y no tuvieron la infección previamente, tendrán un resultado negativo. Esto es de esperarse porque las vacunas están dirigidas sólo contra S y no contra N.
Por otra parte, 15 o 20 días luego de la infección o vacunación los anticuerpos aumentan en cantidad y posteriormente van disminuyendo con el paso del tiempo, por lo que el momento en el que se realiza el test también puede afectar el resultado.
Se ha observado, que la cantidad de anticuerpos generados puede variar dependiendo de cada persona. Algunas personas pueden generar cantidades menores a las que pueden ser detectadas en un test, obteniendo un resultado negativo. Sin embargo, el no tener anticuerpos o tener poca cantidad de éstos no implica necesariamente estar desprotegido ante la infección ya que se pueden haber generado otro tipo de defensas (como la celular).
Es por estas razones, que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) desaconsejan las pruebas de anticuerpos para evaluar la inmunidad después de recibir la vacuna, excepto que estén enmarcadas dentro de un estudio de investigación. Al igual que el CDC, el Ministerio de Salud de la Nación tampoco recomienda el dosaje de anticuerpos luego de la vacunación.
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