La atrofia muscular espinal (AME en castellano y SMA en inglés, por Spinal Muscular Atrophy) es una grave enfermedad hereditaria que afecta a una de cada 10.000 personas , tratándose de la principal causa genética de mortalidad infantil. Existen diferentes tipos de AME, determinados por la gravedad de la enfermedad y el momento de aparición de los síntomas, caracterizados por una pérdida de la fuerza muscular progresiva que puede afectar la posibilidad de hablar, caminar, tragar y hasta de respirar. Sin asistencia respiratoria mecánica externa, los bebés afectados por la forma más severa de AME (tipo I) morirían asfixiados a los pocos meses de haber nacido. Aun así, debido a la ausencia de movilidad muscular, los pacientes que sufren de AME tipo I quedan postrados de por vida.
Durante años, los únicos tratamientos disponibles estaban destinados a alivianar los síntomas de la enfermedad, sin posibilidades de atacar la causa genética. En diciembre de 2016, se aprobó una primera medicación para ese fin, con resultados muy positivos mejorando la vida de los pacientes. La droga emergió del laboratorio del biólogo molecular uruguayo Adrián Krainer, que trabaja desde hace más de 30 años en Cold Spring Harbor en las afueras de Nueva York, Estados Unidos. Sin embargo, para entender en qué se basó la estrategia del desarrollo del laboratorio del Dr. Krainer, primero veamos brevemente la causa genética de la enfermedad.
Los humanos, al igual que todos los seres vivos de este planeta, guardamos nuestra información genética en una molécula llamada ADN (por ácido desoxirribonucleico). Esto quiere decir que cada una de nuestras células (nosotros estamos hechos de células) tiene algunas moléculas de ADN que almacenan la información genética que nos permite ser lo que somos. Dicha información no está desperdigada sin criterio; existen paquetitos de información, llamados genes, organizados dentro del ADN. Cuando los médicos hablan de enfermedades genéticas, normalmente se refieren a patologías que surgen por la existencia de un “error” en uno o más de esos paquetes de información llamados genes.
¿Qué sucede concretamente en el AME?
Un gen, llamado SMN1, presenta errores (que llamamos mutaciones) que afectan la información necesaria para que el ADN ejerza su función correctamente. Esto produce una alteración en las neuronas que se encargan de generar movimientos, lo que provoca los síntomas que mencionamos anteriormente.
¿Cómo lo resuelve el tratamiento?
Afortunadamente, los humanos tenemos otro gen llamado SMN2, que es apenas distinto a SMN1, pero que puede “corregirse” para que reemplace las funciones del SMN1 erróneo. El gran logro del equipo del Dr. Krainer fue diseñar un medicamento capaz de hacer esa corrección. Esto le valió numerosos premios porque fue el primer científico de la historia en curar una enfermedad neurodegenerativa. El reconocimiento no sólo vino del mundo académico sino también, y muy especialmente, de los padres y familiares de los chicos enfermos.
¿Fin de la historia?
Lamentablemente no, ya que la medicación, cuyo nombre comercial es Spinraza, es excelente pero no perfecta y aún quedan cosas para mejorar. Hace algunos años, impulsados por los familiares de pacientes argentinos con AME, nucleados en FAME (Familias Atrofia Muscular Espinal Argentina), desde el laboratorio del Dr. Alberto Kornblihtt en el IFIBYNE (UBA-CONICET, https://ifibyne.fcen.uba.ar) comenzamos un proyecto de investigación con el objetivo de hacer un aporte. Lo que se planteó fue aprovechar los 25 años de experiencia del laboratorio del Dr. Kornblihtt y utilizar el conocimiento generado para producir una terapia combinada que sume nuestras herramientas al ya consagrado tratamiento con Spinraza. Establecimos una colaboración científica con el Dr. Krainer, obtuvimos financiamiento no sólo de FAME sino también de CureSMA (la fundación de familiares de pacientes con AME de EE. UU.), dos jóvenes científicos ganaron becas doctorales del CONICET para llevar a cabo los experimentos, y al día de hoy podemos decir que los resultados obtenidos, por ahora en células cultivadas y en ratones, son muy prometedores.
A grandes rasgos, descubrimos que combinando a Spinraza con drogas como el Ácido Valproico (que ya se utiliza para otros desórdenes como la epilepsia) podíamos potenciar sus efectos positivos y disminuir los negativos. Los resultados experimentales fueron publicados en la prestigiosa revista de ciencia CELL (https://www.cell.com/cell/pdf/S0092-8674(22)00529-3.pdf), donde fueron portada. Próximamente, la investigación se irá de nuestras manos a las manos de los médicos para empezar las pruebas en humanos.
Ciencia básica y medicina
El trabajo de Krainer y su grupo es uno de los mejores ejemplos de la importancia de la investigación básica para beneficio de la sociedad. Es imposible obtener resultados transferibles a la medicina, la agricultura o la industria sin una fuerte y bien financiada investigación básica. Es imprescindible conocer al detalle los mecanismos de funcionamiento de las células y sus genes para poder encarar nuevas terapias. No hay atajos. Sin el conocimiento de cómo funciona la información genética de nuestras células, habría sido imposible desarrollar una estrategia exitosa para tratar una enfermedad tan devastadora como la AME.
Agradecimientos: Agradezco a FAME (Familias Atrofia Muscular Espinal Argentina) por su apoyo, compromiso y ejemplo.
Luciano E. Marasco.
Editado por Federico Fuchs Wightman.
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