Un estudio determinó que los niños, niñas y adolescentes tienden a cursar COVID-19 de manera leve en comparación con adultos, pero algunos pueden contraer infecciones pulmonares severas, enfermarse gravemente y requerir hospitalización.
En un audio que circuló por WhatsApp, una bioquímica afirmó, entre otras cosas, que la vacunación en adolescentes y niños de entre 10 y 18 años es innecesaria dado que no se han reportado casos severos en este grupo.
¿Por qué es falso?
Si bien un estudio publicado en junio de 2020 determinó que los niños, niñas y adolescentes tienden a cursar levemente la enfermedad por SARS-CoV-2 en comparación con las personas adultas, algunos pueden contraer infecciones pulmonares severas, enfermarse gravemente y requerir hospitalización. Por ejemplo, en un trabajo que incluyó un total de 2855 niños, niñas y adolescentes con COVID-19, se ha documentado un 4% de pacientes críticos.
Los niños y las niñas también pueden tener complicaciones de la enfermedad, como el síndrome inflamatorio multisistémico, que puede requerir cuidados intensivos o provocarles síntomas duraderos que afecten a su salud y bienestar. El virus puede causar la muerte en esta franja etaria, aunque esto es menos frecuente que en personas mayores. Entre un total de 2,7 millones de muertes por COVID-19 registradas en la base de datos del Instituto Max Planck, 0,3% (es decir, más de 8700) ocurrieron en personas menores a 20 años.
Al igual que las personas adultas, los niños, niñas y adolescentes pueden transmitir el virus a otras personas, incluso cuando no presentan síntomas. Recibir la vacuna contra la COVID-19 puede protegerlos y a personas de su entorno, reduciendo la posibilidad de que transmitan el virus a otros individuos que pueden ser más susceptibles a las consecuencias graves de la infección.
Otro aspecto aún poco explorado es la posibilidad de que los niños, niñas y adolescentes presenten secuelas a largo plazo a causa de la COVID-19, condición conocida como long COVID. Algunos científicos estiman que entre un 1-10% de los niños y niñas infectados podrían padecer long COVID. Hasta el momento, los datos se limitan a unos pocos estudios, entre los cuales podemos señalar las estadísticas nacionales del Reino Unido, que muestran que un 9,8% de personas de entre 2-11 años, y un 13% entre 12 y 16 años, tuvieron al menos un síntoma persistente luego de 5 semanas del diagnóstico positivo para SARS-CoV-2.
Desde el comienzo de la pandemia, el coronavirus SARS-CoV-2 que causa el COVID-19 ha mutado. Una de estas variantes, la variante delta, es más contagiosa que las versiones anteriores del virus. La reducción de la transmisión viral mediante la vacunación también disminuye la posibilidad de que el virus mute en nuevas variantes que puedan ser aún más peligrosas.
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